 ¿Y lo sagrado? Está presente en estos rincones como lo ha de estar siempre, como vacío colmado, como ausencia en la que ha quedado impresa una huella de presencia. Lo sagrado esta aquí, intacto, ofreciéndose a quien aspire a Él, en la verdad del espacio sagrado en el que viven nuestras imágenes. Porque todo lo que en estos rinconcitos queda es emanación de su presencia. Así sale Dios a la calle en nuestra ciudad, llevado por capataces y costaleros cuyas voces o pisadas se oyen en el transcurrir de los días y cada vez que uno de  estos mágicos lugares sale a nuestro encuentro.
¿Y lo sagrado? Está presente en estos rincones como lo ha de estar siempre, como vacío colmado, como ausencia en la que ha quedado impresa una huella de presencia. Lo sagrado esta aquí, intacto, ofreciéndose a quien aspire a Él, en la verdad del espacio sagrado en el que viven nuestras imágenes. Porque todo lo que en estos rinconcitos queda es emanación de su presencia. Así sale Dios a la calle en nuestra ciudad, llevado por capataces y costaleros cuyas voces o pisadas se oyen en el transcurrir de los días y cada vez que uno de  estos mágicos lugares sale a nuestro encuentro.Vistas de página en total
martes, 2 de julio de 2013
El encanto del lugar... El hechizo del momento...II
 ¿Y lo sagrado? Está presente en estos rincones como lo ha de estar siempre, como vacío colmado, como ausencia en la que ha quedado impresa una huella de presencia. Lo sagrado esta aquí, intacto, ofreciéndose a quien aspire a Él, en la verdad del espacio sagrado en el que viven nuestras imágenes. Porque todo lo que en estos rinconcitos queda es emanación de su presencia. Así sale Dios a la calle en nuestra ciudad, llevado por capataces y costaleros cuyas voces o pisadas se oyen en el transcurrir de los días y cada vez que uno de  estos mágicos lugares sale a nuestro encuentro.
¿Y lo sagrado? Está presente en estos rincones como lo ha de estar siempre, como vacío colmado, como ausencia en la que ha quedado impresa una huella de presencia. Lo sagrado esta aquí, intacto, ofreciéndose a quien aspire a Él, en la verdad del espacio sagrado en el que viven nuestras imágenes. Porque todo lo que en estos rinconcitos queda es emanación de su presencia. Así sale Dios a la calle en nuestra ciudad, llevado por capataces y costaleros cuyas voces o pisadas se oyen en el transcurrir de los días y cada vez que uno de  estos mágicos lugares sale a nuestro encuentro.
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