Ante esa mirada, uno se siente sin defensas lógicas. Sin argumentos formales, los principios, el orgullo...desparecen. Las hipocresías, de tantos... son siempre secundarias... Entonces se da cuenta uno que sus miedos no tienen sentido, que estaba equivocado, que... pero también que esos momentos se volverán a repetir, quizá de nuevo en la cofradía, pero seguro en cada instante que sepa mirar y la mire, desde el silencio y la fe, con los ojos del corazón, los de Dios, donde el dolor pierde su sentido de muerte.
Y la vida nace de la madera bendita, del rostro devoto de una Madre que parece, solo parece, inmóvil, por esta imposible Madre del Carmen, en un mes de julio diferente, pero, siempre... el mismo.
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