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sábado, 29 de junio de 2013

"Pedes in terra ad sidera visus"

"Somos como una ola grande que ha de llegar junta a la misma playa", cuerpo místico de la afectividad. El amor como un camino que nunca se hace solo. En ese camino hay miles de cosas concretas que hemos compartido, que hemos recibido, que hemos puesto en manos de otros que continuaran, a su vez, compartiendo con los que constituyen su propia gente, su propio pueblo, su propia generación. Es la sangre del amor que nos impulsa y nos hermana. La hermandad, la confraternidad, es unirse en los mismos recuerdos y separarse una tarde en la hondura final del espíritu, para volver a encontrarse definitivamente en la "Casa de Todos", cuando llegue el día en que seamos examinados sobre el amor. Eternidad de eternidades en esa Pena de Cristo nuestra, la imagen de nuestro corazón, culminación de nuestro afecto, de nuestra herencia, de nuestra historia y de nuestro cielo.
La ciudad en gloria pura, saeta disparada a un universo mágico que suelta sus amarras con la tierra para doblar la esquina de lo imposible y convertirse en Madre del Carmen, que en una mañana luminosa de Julio iluminará nuestro vacío, y resucitar con El, Penas de Dios Vivo, en el fuego nuevo de la Vigilia de Pascua.

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