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martes, 13 de septiembre de 2011

Testigos mudos de la vida de mi ciudad...

Es uno de los pocos sitios de esta ciudad donde lo verdaderamente importante no transciende más allá de sus vetustos muros. Donde los "marqueses" de chaqué prestado no han podido "manosear" y desvirtuar esa esencia pura a oración que brota de sus artísticas paredes. Esencia de un Martes cargado de elegancia y simbolismo, sabor rancio y formas añejas, cofradía madre y maestra de tiempos de capa y sombrero. Esencia de glorias o las glorias en su esencia más pura y verdadera; glorias con olor a caramelo dando forma a llaves, martillos y chupetes; con sabor a tradición de barrio de verdad, a cercanía de escapulario bendito, venerado y milagroso, a cofradía que hace mar de una plaza, remos de costales y barca de plata de una parihuela que allá por julio pasea a la Madre más marinera de esta llanura manchega. Y...es esencia pura de la Iglesia, de una Santa que por los albores de un otoño se pasea como Doctora en catequesis pura de humildad, entrega y amor. Casa conventual, refugio de Santa Teresa, Casa bendita del Carmen, templo de oración, coros de voces celestiales acompañando al Señor con su Cruz, en su lento y agónico caminar, vida única de mujeres santas.

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