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domingo, 31 de julio de 2011

Pandorga, fiesta y devoción

Sí, es la felicidad de haber sido creado y de estar aquí y ahora en este instante, el gozo de saberse vivo para ver, o más aún, para participar en la belleza esencial de estas cosas, que en el fondo e incluso sin saberlo, no es más que victoria de la vida sobre la muerte, motivo grande, por tanto, de alegría. Esta ciudad de estos días iluminados por Ella es un verdadero don, un regalo de la naturaleza y de la historia, algo que va más allá de la organización humana. Algo que se nos da, que es gracia, que es como un encuentro feliz, no por esperado menos sorprendente, ya que siempre es distinto aunque tenga apariencia de ser lo mismo. Cada ofrenda es otra,  es nueva siendo la misma. Porque, para el partícipe de la fiesta, la fiesta es él mismo, está en él, en su visión, en su vivencia. Y él, tú o yo, este año ya no somos tampoco los mismos del año pasado, como no seremos los mismos en el año venidero.

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