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viernes, 12 de septiembre de 2014

Dulce Reina, de los estudiantes patrona.

Dulce el perfume del aire que vuela sobre tu paso, dulce la gloria infinita en el hueco de tus manos.
Dulce el trasiego de amor de tu gente nazarena, dulce se vuelve mi alma si me miras Madre Dulce y buena. Dulce el palio que te arropa cobijando tu figura, dulce la luz de tus velas para mostrar tu hermosura. Dulce el aroma que flota para bañar tu belleza, dulce el pañuelo que un día acariciara una Estrella. Dulces lágrimas que surcan tu cara de caramelo, dulce el encaje que roza la bendición de tu pelo. Dulce tu forma de andar como Reina que ronea, dulce tu candelería y hasta tus flores de cera.
Dulce tu plata que brilla dejando oscura a la luna, dulces bordados de seda para la rosa más pura.
Dulce mirada de Madre que destila dulce amor, dulce el dolor de tu pecho cuando sufre su perdón.
Dulce el reflejo de un hijo que a sus pupilas se asoma, dulce saya que le ciñe un fajín pa la Señora.
Dulzura que todo alcanza Dulzura, dulzura que es un misterio y Santiago no quisiera despertar del bello sueño. ¿De dónde tanta dulzura? Pregunta mi corazón, y mi Madre buena sabe que sale de su corazón. Del Dulce Nombre, Santa María, dulzura pura, carita de ensoñación.


1 comentario:

PEPE LASALA dijo...

Introduces la devoción y con ella la Semana Santa en el corazón, da gusto leerte. Me han impresionado los ojos de la Señora, me parecen especiales, es una mirada diferente, es preciosa. Un abrazo y buen fin de semana amigo.