Hay un pregón de esta, nuestra
ciudad, que nunca se escribirá, que ningún pregón se atreverá jamás a
descubrir. Es el pregón anónimo de la fe sencilla de una persona que este año,
en Santiago y al amparo de su Regazo Maternal, al cielo con su sentido pregonar,
nos elevara, ese rezo que rezuma como agua viva del inagotable venero de sus
sentimientos.
¿Qué sinceras promesas encienden
las velas iluminadas de sus ojos cuando
bajo ese altar de plata, sedas, oros y terciopelos de flores perfumados, pasea
a la Madre de sus amores, por los rincones más cofrades de nuestra ciudad?
¿Qué secreto misterio, qué
celador cuidadoso del alma renueva cada mañana las esperanzas, los desvelos por
los suyos, el ser cofrade y persona de verdad? ¿Qué oración enciende la
resplandeciente luz de su fe, de su afición por pasear sobre un costal lo que
más quiere cuando se comienza a derrumbar el sol en el devenir de la tarde?
Este es el verdadero Pregón que
Víctor nunca nos va a desvelar: esa Virgen de los Dolores junto al Sagrario,
cierra sus manos para guardar y no desvelar nunca sus plegarias, sus
peticiones, sus devociones. La señal de la Cruz que salta espontánea de la
frente al corazón a los hombros de este buen hombre, sin más, cuando la imagen
de María con su corazón atravesado por siete dagas de Dolor se pone frente a él
y hace brillar tanto sus ojos que confiadamente llora o hace temblar sus labios
que en silencio le rezan.
Esa es la gran fuerza de nuestra
devoción popular y sencilla, la que está depositada en el corazón de cofrades
como Víctor que, en la sencillez de su testimonio, proclaman el más bello
pregón de nuestra ciudad.
Que la Reina del Perchel te
ilumine siempre amigo Victor.
1 comentario:
Ese Pregón ya lo has escrito tú aquí, y se lo has dedicado a Víctor. Me parece precioso. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
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