Y la tarde del cielo -fruta que amaba- mientras sale el Lirio nunca se acaba...
La tarde de este cielo, coincide con la salida del Señor del Prendimiento. Que mágica coincidencia. Es por la tarde y el mismo cielo, contemplar la perfección estética del Cautivo que encaja y centra el Domingo en nuestros cuerpos con la mesura aquilatada de la precisión de cada obra de arte, de cada detalle, de cada voluta sacada justamente del espacio.
De la Catedral a los Ángeles el Señor Prendido llena todo el hueco de la noche y el vacío figurado de dolor que ya no duele, de llanto que ya no moja. Rayando la media hora se acerca temblorosa la luz de tu canasto por el Pasaje imponiendo a los capirotes y al publico el orden de la plenitud y el goce. Prende el paso en nuestra mirada todo el dialogo del Señor, dominando todo el aire vagamente el eco bruñido por la plata. Avanzando por Toledo, en linea recta hasta Cruz, atraerá todas las miradas en magistral lección de andar costalero, en emoción repetida y breve -pocos minutos- acompasado por la música de los sueños. El divino conjunto, ya de recogida, nos llamará en definitiva a los cofrades ciudadrealeños al orden de la gloria sin tiempo y sin espacio razonados. Cuando el paso se pierda irremisiblemente, recordaremos la intensa verdad de los poetas...Y es que esta tarde del cielo nunca se debería acabar...