En alto, palomas oscilantes, la cera enfila el aire jugando al escondite con la orilla de ojos que curiosean de una a otra esquina. El silencio se llena de ruidos. Y todos, como hacia un escenario vacío, vamos llegando a la enorme noche de piedra de la Catedral del Carmelo ciudadrealeño.
Preciosa instantanea que trasmite el verdadero sentir de esta cofradía en la calle: recogimiento, silencio, oración y cuidadoso esmero en sus filas nazarenas,de principio a fín.
ResponderEliminarEs lo que más me llama de esta ejemplar cofradia, su manera silente de discurrir, sus insignias, los tramos, los acolitos, es un todo que marca un canon en la manera de poner una cofradia en la calle.
ResponderEliminarUN SALUDO